¡Ya!

¡Ya! La basta presencia
reclutando madreselvas lascivas
atravesando a zancazos vértigos
de abismos
¡Ya! Manifiesta su alma
envolvente, de eterna masa
viviente en movimiento
aparece delante del sol
o de él, y también
en la noche más poblada
y temblorosa, noche estrellada
¡Ya!
Maldiciendo con sapos nuestros
rancios, fermentados
en el cuadriculado suelo
el phósphoro aparente asciende
de la boca de los muertos
de nuestras bocas
¡Ya!
Absorbe lentamente la esencia
nebulosa de muestras almas cansinas
y pleno de su voraz apetito
desaparece por el último
vértice de su infinito ser
llevándonos, rotos, a nuestro
apocalíptico final, ¿o principio?
¡Ya!

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