Déjame que sufra en silencio
Déjame que sufra en silencio
El reloj de mis sentimientos se paró
Una amarga luz desciende, lenta
Trajinosa, por mi garganta
¡Qué hondo me llegó!
¡Mis hijos!
Ocultando, como si fuese fuego
El golpe emotivo de su miedo
De su soledad
Déjame que el río tinto
de Mis entrañas, desborde
por mil rincones mi lamento
¡Déjame! ¡Quiero estar dentro!
¡Dentro de sus corazones!
Que después de mirarme
a los Ojos, me besen, y una voz
Caprichosa se aleja, un duende
Quizás.¡No!
aura mágica De su amor de niños
¡Déjame! Que los admire
desde debajo, desde
la última de mis sensaciones
de rodillas, de pié, que más da
¡Déjame!
no suplico, ni malgasto lágrimas
sólo, mi más profundo respeto
a esos niños, que como yo
sufren en silencio
¡Déjame! Que mi alma de hiel
ha tendido su red en mi mar
y alza entre olas de hondo lamento
sus manos sobre mí.
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