Escribo casi siempre

Escribo casi siempre
con resentimiento de la vida,
con la maldad dada en lo natural:
en la flor sólo veo espinas,
en el cielo tormenta,
en el mar tifón.
Hay más, pues, la rosa
es espuma olorosa
el cielo hijo de dios
el mar es la vida que cobija
mis pensamientos,
en la belleza veré perdón,
la belleza será la mano rota de un niño
el corazón roto, la escritura,
de una madre a su hijo
el eslabón perdido, entre el hombre
y dios.
En el hombre veré  ánimo y aliento,
será la habitación vacía de mi cerebro,
cancela, que da al patio ajedrezado
de mi infancia.
La luz que empuja hacia delante
con los caballos azules de sus manos,
el pensamiento volátil
con el que juegan, cual pompa de jabón,los querubines
Estará solícita la ayuda,
buscando, siempre, en su baúl,
los juguetes de su última infancia
con los que regalará, alegre,
al pétreo cíclope de la piedad (el sol).
Vereda de una sonrisa, cautivadora
en las más altas praderas,
y entre sus labios
como cojines de algodón
recostaran sus lomos los faunos
la madre selva, el unicornio, los robles
y beberán juntos, el elixir de la nostalgia
mirando desde allí,
la playa plateada del corazón dulce
de logro, más feroz, dormido en el tiempo (madre tierra).

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