¡Qué paz!

¡Qué paz!
transpiran
transmiten los señores de la calle
los dueños del silencio
del descanso ajeno
¡Qué quietud!
en el aire
en el ruboroso rostro
del medio día
parecen bailar
mientras las personas duermen
parecen hablar en silencio
en mudos diálogos
en apagadas carcajadas
Veo sus sonrisas
salpicadas por la amargura
de haber sido creados para otro fin
sin esperanza de ser ellos mismos
pero acaso
no reside ahí su dicha
mientras nosotros callamos
ellos, si escuchamos
nos cuentan sus historias
si abrimos bien los ojos
nos mirarán con simpatía
ellos, bancos, farolas
papeleras, señales, bordillos
portales y barandas
ellos son los reyes
de nuestro descanso
los dueños del amanecer
y de aquellos días postfestivos.

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