Del corazón de los caminos

Del corazón de los caminos
del ciervo rojo
del ave abatido
el ser exánime, perdido
por el cambio, fusión
de almas por cuerpos exangües
yo, tú, él, nos, todos
y al final
(un bonito) trenzado luminiscente
que perdura persè
son los fuegos artificiales de la muerte.
Ahoga la pena
entierra, duros aires imaginados
vive en el prostíbulo humeante
de tu coraza
y siembra dulce
el néctar naciente de la nada
que entierra con alegría
tu cuerpo caduco
como saco de estiércol esparcido
en el campo eterno del ser.

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